El amor, el dolor, los actos y conductas, los miedos y nuestras elecciones, entre muchas otras cosas, pueden resultar comprensibles al interpretar las marcas de nuestra infancia, donde se encuentran las principales claves de lo que somos. Este libro nos introduce en el mundo de la subjetividad humana y de sus primeros tiempos a través de relatos clínicos, historias de vida y reflexiones surgidas a partir de ellas. Las marcas, los trazos de la experiencia infantil, acontecen por primera vez, pero perviven apasionadamente al resignificarse en otros acontecimientos. Esta vivencia se realiza, está en el mundo del afuera y, al jugarla, conforma el adentro. La sensibilidad infantil se origina en ese espejo, cuyas marcas inéditas crean el adentro del afuera como pertenencia, identidad e historicidad. La infancia termina, esta es su condición; de ella prosperan las marcas sensibles, no como un destino predicho y fijado previamente; por el contrario, son ellas, al constituir el pasado, las que configuran un futuro todavía por venir. Del Prólogo de Esteban Levin
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